Después de dos días navegando, vieron que cada vez se acercaban más a Alejandría, gobernada por los Ptolomeos. La ciudad estaba oculta tras un bosque, donde los edificios más grandes asomaban. Ya allí, vieron el castillo de los Ptolomeos, construido sobre el templo de Artemisa. Estéfanos enseñó a Manio el mejor puesto de telas del mundo, donde las mujeres agarraban y se probaban las miles de telas de colores. Al lado había unos edificios y se sorprendieron por que eran más bajos que los de Roma, las casas eran coloridas y las terrazas espaciosas, pero el cambio más grande eran las puertas, que se abrían hacia afuera, no hacia adentro, como en Roma. De repente vimos que una puerta se abría y Mario se estampaba contra ella, cayendo al suelo. Todo era muy raro. Claudia quiso ir al castillo, pero unos escalones altísimos les impedían el paso.
El castillo parecía un espejismo por dentro, todo brillaba como el oro, el aguamanil era de oro con incrustaciones de piedras preciosas. Allí conocieron a Gelio, para investigar el caso del difunto Petosiris. Estubieron hablando hasta que Gelio consiguió un viaje para ellos hacia el sur del país, donde se encontraba la tumba de la adivina.
